lunes, 17 de mayo de 2010

Comida, comida y más comida. Como si eso pudiera saciar el vacio existencial dentro mio. Como si eso pudiera hacerme volver a sentir. Como si llenando mi cuerpo de una sustancia que le hace mal me sirviera de algo. No quiero comer más, y sin embargo, lo hago. Creo que esto confirma mi teoría: Todo lo que hago es para hacerme mal. Cuando no comer me hacía mal, no comía. Ahora que no comer me haría 'bien', como. No soy capaz de tener una sola relación que no me lastime, que no sea obsesiva, enfermiza. No sé no meter la pata y no lastimarme. No sé vivir de forma sana, normal. Hablame. Hablame. HABLAME. ¿Podes hablarme? ¿Podes dejar de lastimarme? Si, es probable que una vez más, una de las tantas en mi vida, haya tomado demasiado cariño demasiado rápido. Que le haya abierto mi corazón a alguien que no merecía. Porque yo enseguida te di el título de mejor amigo, enseguida te ame, literal, y te conte cosas de mi que nadie más sabe. Me preocupe por vos como por nadie, me trague el orgullo, me arrastre, me humille, ¿para qué? Te di la oportunidad de tener un poder sobre mi que nadie más tiene. Y vos te aprovechas de eso, te aprovechas de mi dependencia, de que te necesite. Te extraño. Dos, tres días peleados y ya te extraño. El viernes era todo amor, ¿y ahora? ¿No podes hablarme? ¿No podes aunque sea putearme? DECIME ALGO. No me dejes así. Lo sé, soy una enferma y no tengo con vos la típica relación de amistad, te necesito demasiado. Pero evidentemente, no es recíproco...